miércoles, 26 de octubre de 2011

COBARDIA O EL RETO INACEPTADO




Treinta años han pasado desde aquella noche

en la que el destino quiso que, en aquella encrucijada,

nuestras vidas se cruzaran.



Una casualidad, la lluvia y una avería de mi coche,

en la casa tú estabas solo y yo en medio de la nada,

ahogándome por momentos, buscando ayuda y un cobijo.



En medio de la nada y después de mucho andar,

una luz me hizo comprender que la ayuda cerca estaba.



Una casa, una ventana,

y a través de la lluvia y los cristales,

un hombre sentado, ante un buen fuego

y leyendo un libro.



Aquella visión fue para mi,

como un faro para un perdido navegante

y ansiosa llamé a tu puerta, que se abrió,

y como un ave herida,

sin poder volar y con el plumaje mojado,

entré en tu vida y en tu casa.



Hospitalario, me acogiste, me entregate ropa seca

y una bebida caliente, luego, sentados los dos ante el fuego

miré tu rostro y te reconocí.



Eras un hombre famoso,

elegante y atractivo en tu madurez,

habitual de las revistas y de la tele,

siempre rodeado de bellas mujeres,

y por muchos envidiado por ello,

con fama de”play boy”, y de donjuán.



Conversamos y nos sentimos muy cercanos,

a pesar de la diferencia de años,

de situación y de experiencias.



Con veinte años, yo era casi una niña,

el amor aún no me había requerido,

y, sin embargo, aquella noche,

se presentó sin avisarme.



Tu voz, cálida, con tu acento diferente,

me fue enamorando

y en tu mirada, en tus oscuras pupilas

reconocí la ancestral llamada del deseo,

que me fue embargando.



Respondí a esa llamada,

acepté tu requerimiento

y, aquella noche, en tu casa, en tu cama

y en tus brazos dejé de ser una niña.



Tu boca y tus besos encendieron en mi,

unos deseos y una hoguera inusitados,

me descubrí ansiosa y nada tímida,

pidiéndote, sin pudor alguno, que me tomaras.



Sólo a tu experiencia, a tu calor y a tu ternura,

debo que aquella noche fuera inolvidable,

y a tus sabias caricias y a tu encanto,

que el caballo desbocado de mi deseo,

no se fundiera en su mismo fuego.



Tus manos recorriendo mi cuerpo,

tu boca en la mía y más tarde,

en mis senos, en mi cuello y en mi sexo,

con atrevidas y excitantes caricias

y tu voz, diciéndome: “espera, no tengas prisa, tranquila”.



Más tarde, tu ya dentro de mi, invadiéndome toda,

nuestros cuerpos unidos, en desenfrenado ritmo,

haciéndome conocer el placer con tanta intensidad,

que su culminación fue casi una dulce muerte,

en una iniciación sexual y amorosa inigualable.



!Una noche extraordinaria, inolvidable, única,

bajo una tormenta cómplice

con rayos y truenos y amor y sexo desatados!



Luego, a la mañana siguiente, desnudos aún

me rogaste que no marchase,

que me quedase a tu lado, compartiendo tu vida,

que estabas hastiado de ir de flor en flor

y que creías haber encontrado, !por fin! el Amor.



Confieso que tuve miedo y no creí que fuera cierto,

no tuve valor de aceptar el reto, me ganó la cobardía.



Me creí incapaz de competir con otras,

de vencer todas las cosas que nos separaban,

e imaginé que pronto,

para ti sería sólo, una más en tu camino.



Me fui, volví a mi vida, desoyendo tu llamada,

sin intuir que esa huida, iba siempre a lamentarla.



Nunca nadie ha logrado ocupar tu lugar,

ni apagar la hoguera que tu prendiste

Ninguno de los brazos que me abrazaron

me dieron los que los tuyos me brindaron,

sólo tu conseguiste calmar mi sed

de cariño, de sexo, de caricias y de afecto.



Treinta años han pasado desde aquella noche

en la que el destino quiso, que en aquella encrucijada,

nuestras vidas se cruzaran.



Ese mismo destino caprichoso,

vuelve hoy a colocarnos frente a frente,

los dos, cargados de años y experiencias

y, como entonces, tu mirada, vuelve a llamarme,

como si el tiempo se hubiera parado de repente.



Tus ojos me llaman y tus palabras me dicen

que siempre fui para ti “la inolvidable”

y me pides nuevamente, como antaño,

con tu añorada voz, que sea tu amante.



Esta vez no tengo dudas, acepto el reto

y doy gracias, al destino, que clemente,

y a pesar de mi antigua cobardía,

me ha llevado hasta ti nuevamente.



NOTA: TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

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