¿Qué podría suceder?
¿Qué ocurriría?
Si por fin me decidiera
a buscarte y explicarte,
que siempre te he amado,
si tuviera la valentía
de admitir que me equivoqué
al no retenerte a mi lado.
¿Qué ocurriría si te dijera,
que a mi vida,
a pesar de haberla vivido intensamente,
siempre le has faltado tu.
Que todas las mujeres
que me han amado
me han dicho lo mismo:
que a pesar de mi calor y de mi fuego
no me daba por entero.
He buscado en ellas algo más,
y cierto es, sin encontrarlo jamás.
Que toda mi intensidad amorosa,
emotiva y sexual,
sólo conseguía atarlas a ellas,
pero que sus abrazos no me impedían,
pasado un tiempo,
dejarlas y seguir buscándote.
Que te busqué en otras pasiones,
en otros brazos, en otros besos,
intentado sólo alcanzar,
aquéllo que tuve contigo
y que !loco de mi! dejé escapar.
¡Qué podría suceder?
¿Qué ocurriría?
Si por fin me decidiera
a buscarte y te encontrase,
y te explicase lo mucho
que te he añorado,
y que, por mi culpa
no hemos compartido la vida.
!Que me equivoqué tanto!
¿Podrías acaso perdonarme
si te dijera que no debí dejarte huir,
que debí convencerte
para que te quedases a mi lado,
para lo bueno y lo malo?
Sí. Te pedí que no marcharas
pero ante tus lógicas dudas,
debí saber acallarlas,
no en vano,
eran ya muchos mis años,
y hubiera podido convencerte.
¿Qué ocurriría
si te confesase que a pesar de amarte,
y de que te desease con pasión y premura,
sentí miedo de tu juventud
y temí que acabases
cansándote de mi y dejándome,
siendo sólo una aventura?
¿Quë me dirías
si te encontrase y te dijese,
si ahora estas sola,
que aunque no hayamos pasado juntos
ni el verano ni el otoño de nuestras existencias,
ahora es, quizá, nuestro momento?
¿Qué me responderías si te rogase,
que compartiéramos al menos,
el amor en el invierno de nuestras vidas,
y que en una hoguera de calor y afecto,
nos amáramos los dos hasta el final?
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