miércoles, 21 de diciembre de 2011

MUERTE EN DOMINGO

El repiqueteo insolente del teléfono despertó a Isabel. Abrió los ojos y miró el despertador. Eran casi las cuatro de la madrugada.

Pensando que había ocurrido alguna desgracia, descolgó el auricular del teléfono que tenía encima de la mesita de noche.

!Isabel!”, sollozó una voz al otra lado de la línea.

¿Quién es” - preguntó.

¿Puedes venir?” !Te necesito”- respondió la voz con urgencia.

Había reconocido ya la voz de su prima Gloria.

!Voy!” - respondió y colgó el auricular.

Mientras se vestía rápidamente pidió un taxi.

El vehículo de alquiler llegó a los cinco minutos y entonces ella bajó a la calle. Pidió al taxista que la que la llevase a la calle Provenza esquina Independencia que era donde vivía Gloria con Emilio, su marido.

Como en Barcelona, a aquella hora casi no circulaban vehículos, la carrera desde su piso de la calle Aribau, duró sólo diez minutos. Durante el trayecto no cesó de preguntarse que era lo que debía haber ocurrido.

Pagó la carrera y descendió del coche. Percibió luz en la ventana del comedor del piso de su prima.

Esta la estaba esperando y cuando la vio, abrió la puerta de la calle sin esperar que llamase al timbre.

Subió a pie hasta el cuarto piso. El edificio era antiguo y no tenía ascensor. Sòlo una escalera muy estrecha y empinada. Intentó hacer el menor ruido posible.

Cuando llegó al cuarto piso, la puerta del cuarto segunda se abrió silenciosamente y vio a su prima Gloria con la ropa de dormir y un batín.

La habían agredido. Tenía sangre en la nariz y en la comisura derecha de la boca. Su aspecto era lamentable y temblaba de frío y de miedo.

La abrazó con cuidado para no hacerle daño y la llevó hasta una silla.

¿Que ha pasado?”

Ha sido Emilio”

¿Emilio te ha hecho ésto?”

Gloria asintió entre sollozos.

Isabel sintió como la rabia la iba invadiendo. Intentó calmar a su prima y cuando lo consiguió le preguntó:

“¿Cómo ha sido?”.

Ha llegado muy tarde y yo estaba muy preocupada pensando que le había pasado alguna desgracia. Cuando se lo he dicho se ha enfadado mucho y ha comenzado a insultarme y luego a pegarme”.

¿Estaba bebido?”.

Sí”.

“¿No es la primera vez, verdad?”.

No”.

¿Porqué no me habías dicho nada antes?”

Sentía vergüenza. Tu siempre me habías advertido de que Emilio no te parecía el hombre idóneo para mi. Yo pensaba que sentías celos”

¿Celos?”

De que yo me hubiera casado y tu no”.

Entiendo. Voy a llamar a la policía y hacer una denuncia”.

"!No por favor!” - Alterada, Gloria se levantó de la silla.

“¿Porqué no?”

!Me matará!”.

"Al contrario. Sólo un cobarde como él pega a una mujer”.

!No quiero denunciarlo!”

!Está bien!. Voy a prepararte una tisana”.

!No me dejes!”.

No te dejo. Ven conmigo a la cocina”.

Le preparó una tila y le puso bastante azúcar. Su prima se la tomó y luego ella la acompañó hasta el dormitorio. Hizo que se estirase en la cama y la cubrió con las sábanas y mantas. Se sentó en un sillón al lado de la cama.

Intenta dormir. Yo me quedo aquí por si tu marido regresa”.

¿No tienes miedo?”

"¿De Emilio? No. Conmigo no se atreverá. Sabe que soy capaz de defenderme. No temas. Descansa y mañana ya decidiremos qué hacer”.

Después de varios minutos, Gloria se durmió, cansada por el miedo y la tensión. Isabel, sentada en su sillón, recordó como había conocido al marido de su prima y lo poco que le había gustado.

Hacía ya casi cuatro años que Gloria le había dicho que quería presentarle a un chico con el que llevaba saliendo varias semanas.

Las dos primas se querían mucho. Isabel era dos años mayor que Gloria y mucho más decidida que ella.

Gloria era muy bonita. Con un esplendida y rizada cabellera negra y unos ojos oscuros sombreados por largas pestañas. Muy femenina, alegre y coqueta. Cada domingo iba a bailar y nunca le faltaban parejas de baile.

Isabel, en cambio, de cabellos castaño-claros y ojos grises, era más intelectual y deportista. También era hermosa pero no le gustaban los flirteos ni el baile y dejó de salir con Gloria porque el ambiente de los bailes y “boîtes” le aburría sobremanera.

No tenían más familia en Barcelona. La madre de Gloria había muerto cuando ella tenía sólo diecisiete años y su padre no pudiendo superar la muerte de su esposa, se suicidó a los pocos meses.

Gloria se lo encontró muerto un día al llegar a su casa. Desde entonces había vivido sola. Trabajaba de dependienta en unos grandes almacenes.

Isabel vivía también sola en un pequeño apartamento que alquiló cuando llegó a Barcelona hacía ya unos años.

Gloria había conocido a Emilio en una sala de baile y a los pocos días le pidió para salir.

Cuando Isabel lo conoció, no le gustó en absoluto. No era feo, al contrario, era bien parecido, pero había algo raro en su mirada. Era bastante mayor que Gloria, debia tener unos 35 años. Bien vestido, muy envarado, hablaba con ellas como si les hiciera un favor, como si ellas fuesen tontas. Isabel le puso en su sitio con dos respuestas irónicas a su preguntas fuera de lugar.

Dejó patente en todo momento la suerte que había tenido Gloria de dar con él. Era propietario de una pequeña empresa con la que había tenido mucho éxito y éste, se le había subido a la cabeza. Sin embargo, tenía muy poca cultura. Era creído y petulante. Era de un pueblo cercano a Valladolid y había emigrado a Barcelona hacía unos 10 años acompañado de sus padres. Actualmente vivía con su madre ya que el padre había fallecido.

Mientras explicaban detalles de su vida, al lamentarse Gloria de como se había quedado huérfana tan joven, él, quitándole importancia, se quejó de que él si había tenido mala suerte de perder a su padre a poco de llegar a Barcelona.

Molesta, Isabel le replicó que cuando Gloria perdió a los suyos, era casi una niña y en cambio él debía tener ya unos 25 años y que a aquella edad no podía haber sido tan traumático como a la edad que tenía Gloria .

Cuando él marchó, después de acompañarlas a casa de Gloria, Isabel le dijo a su prima que no le parecía el hombre indicado para ella y le hizo notar que le parecía machista y poco cultivado, pero que lo más importante, era que se veía dominante y le pareció celoso.

Gloria se rió de todo lo que le dijo su prima. Se sentía protegida con él y le encantó que pareciera celoso, según ella, éso demostraba cuanto la quería.

Siguieron adelante con el noviazgo. El la fue apartado del resto de amistades y como se dio cuenta de que a Isabel, no le parecía el hombre apropiado para su prima, hizo que poco a poco, dejaran de verse.

Sin embargo, a la siguiente Navidad, las invitó a su casa y les presentó a su madre. A Isabel la convidó porque era la familiar más directa de Gloria.

Cuando conoció a la madre, Isabel, comprendió que era igual que su hijo. Intentó ser amable con ellas pero solo consiguió ser condescendiente. !Habían tenido suerte en relacionarse con su precioso hijo!

Cursi y pretenciosa, dogmatizaba sobre todos los temas sin tener idea de ellos. De misa diaria, no aprobaba ni los tejanos ni la ropa desenfadada que las chicas usaban.

Isabel se ahogaba en la atmósfera de aquel piso recargado de adornos pasados de moda.

Después de esa visita, no volvieron a invitarla y Isabel no supo nada de su prima hasta que un día la llamó muy nerviosa y deprimida.

Fue a verla y la encontró muy apagada. Habían estado de vacaciones de semana santa en el pueblo de él y tanto a Emilio como a su madre, nada de los que ella hacía o decía les parecía bien y todo habían sido discusiones y regañinas. !Tenía miedo de que él la dejase!

Isabel hubiera dado cualquier cosa para que fuese así, pero no, a los pocos días, hicieron las paces.

Pasó el tiempo y decidieron que a finales de año de casarían. Empezó entonces, todo el trajín que acompaña a las bodas tradicionales, ya que habían decidido casarse por todo lo alto.

Cuatro meses antes de la boda, Gloria le llamó por teléfono y le pidió que fuese a verla.

Así lo hizo y cuando la vio comprendió que algo grave había ocurrido.

Gloria le explicó que se había quedado embarazada y que Emilio quería que abortase. Que le había dicho que si no abortaba, la iba a dejar. Que quería que marchase a Londres y se hiciese perder el bebé. Ni siquiera quería acompañarla. Le rogó a Isabel que la acompañase a Londres.

Isabel, enfadada, fue a decirle él todo lo que pensaba de su cobardía, pero Emilio se cerró en banda y echó todas las culpas sobre Gloria.

Después de meditarlo, Isabel le dijo a Gloria que no iba a acompañarla. Que no creía que aquel aborto fuese necesario. !Sólo faltaban unos pocos meses para la boda! Intentó convencer a Gloria para que no lo hiciese.

Pero Gloria marchó sola a Londres y abortó. Cuando volvió y le explicó a Isabel que ya estaba, ésta sintió una gran congoja al imaginar a su prima, sola en Londres, sin haber viajado nunca fuera de España y sin entender el idioma, pasando por aquel desagradable trance. Se sintió culpable por no haberla acompañado. Sabía que le había fallado.

Finalmente y a pesar de todas sus advertencias, se casaron y marcharon de luna de miel a Italia.

Gloria despertó y busco la mano de Isabel.

¿Me ayudarás? - le preguntó

¿Estas decidida realmente a dejarlo?”

Si, ya no puedo mas”.

Le contó a su prima que ya en pleno viaje de novios, Emilio empezó a comportarse como un hombre celoso y posesivo.

Cuando volvieron a Barcelona y se instalaron en su nuevo hogar empezaron las peleas y las agresiones.

Nunca estaba contento con nada, decía que no le respetaba y la vigilaba constantemente, creyendo enfermizamente que le engañaba con otros.

Las cosas iban de mal en peor y pronto, Gloria comprendió que se había equivocado totalmente al casarse con Emilio. Pero el mal ya estaba hecho. Vivía aterrorizada y él la había ido apartando de todas sus antiguas amistades.

Le había dicho que se separaría de él pero Emilio le respondió que antes de ésto la mataba.

Horrorizada, comprendió que era capaz de hacer lo que decía.

Hasta aquella última paliza. Decidió que no podía soportarlo más y que debía pedir ayuda. Isabel era la persona adecuada. Por éso la llamó.

Has hecho bien en llamarme.”

¿Que vamos a hacer?”

Tu no te preocupes de nada. Vuelve a dormirte. Voy a pensar qué es lo mejor para que te veas libre de él”.

Le acarició la cabeza y pronto Gloria volvió a dormirse.

Isabel estuvo pensando cual era la mejor manera de conseguir que Emilio dejase en paz a su prima sin que ésta sufriese peligro alguno.

Decidió que cuando él regresase a su casa, actuaría como si no se diese cuenta de los golpes y que creía que Gloria sufría sólo una fuerte gripe.

Se quedaría con ellos algunos días con la excusa de cuidar a Gloria y estudiaría los hábitos de él.

Así lo hizo. Emilio volvió al día siguiente y cuando la encontró en casa, no supo que cara poner.

Ella disimuló como si no supiese nada y dijo que Gloria necesitaba que la cuidase unos días, ya que sufría un fuerte resfriado. Si estaba de acuerdo, ella se quedaría con su prima para cuidar de ella mientras él, que seguramente estaba muy ocupado en la empresa, estuviese fuera y así, seguro que se sentiría más tranquilo, sabiendo que Gloria no estaba sola.

Emilio aceptó y pasados unos días, Isabel volvió a su casa, después de cuidar de su prima. Ya sabía que era lo que tenía que hacer.

Los sábados y domingos, Emilio, salía de casa sobre las nueve de la mañana y no volvía hasta las dos o las tres de la tarde. Solía ir de copas, bebiendo con sus amigos y llegaba a casa ya muy cargado. Comía algo, no mucho y solía volver a marcharse para continuar su ronda por los bares.

Aquel domingo, Isabel fue a almorzar con ellos.

Emilio llegó sobre las dos y media, ya muy pasado de copas. Ellas de dieron a beber un vermut. Bebió también vino y un poco de coñac. Le dijeron que hiciese la siesta pero él no quiso y dijo que se marchaba.

Salíó de casa, cerró la puerta del piso y, acto seguido, se oyó un grito y un gran golpe.

Las dos primas abrieron la puerta y vieron al final de la escalera, en el suelo del rellano inferior, un cuerpo tirado como un muñeco roto.

Isabel cerró inmediatamente la puerta para que su prima no viera el cuerpo de su marido. Se agachó para recoger una servilleta que había llevado en la mano y que le había caído en la escalera con el susto y descendió los escalones hasta el cuerpo tirado en el suelo.

Habían ido apareciendo otros vecinos alertados por el grito y el fuerte golpe.

Emilio sangraba por la boca y estaba sin conocimiento. Isabel le cogió la mano y miró si tenía pulso y si respiraba. Ni una cosa ni la otra. Había fallecido. Se había roto el cuello.

Miró a los vecinos que se habían acercado y movió la cabeza negativamente.

Uno de los vecinos dijo:

!Hay que llamar a una ambulancia!”

Isabel respondió:

Es demasiado tarde. Creo que está muerto. Parece que se ha dado un fuerte golpe. Hemos de llamar a la policía”.

El vecino que había hablado antes, asintió y fue a llamar por teléfono.

Una de las vecinas comentó:

!Pobre hombre! !Que mala suerte! Ultimamente estaba siempre bebido. Era cuestión de tiempo que pasase algo así”.

Otro vecino convino:

!Estas escaleras tan empinadas son muy peligrosas!”

Isabel dijo:

Voy a darle la noticia a su mujer”.

Subió los escalones hasta el piso de Gloria que abrió enseguida la puerta.

¿Está...?”

Si. Está muerto. Ahora has de ser valiente. Hemos avisado a la policía y dentro de poco estarán aquí”.

!Debe haber perdido pie!”.

Si. Estaba demasiado borracho. Lo raro es que no le hubiese pasado antes. Voy un momento al lavabo. Me he manchado la mano de sangre al tocarlo para ver si estaba vivo o muerto”.

Gloria asintió.

Isabel entró en el lavabo y después de lavarse las manos, del interior de la servilleta que había recogido del suelo, sacó un cordel no muy largo con unas chinchetas en cada uno de sus extremos.

Con unas tijeras del botiquín lo cortó a trocitos y lo echó en el wc. Tiró de la cadena del water y vio como desparecían los restos. Las chinchetas las clavó en la gruesa suela de sus botas negras.

Salió del cuarto de baño y acompañada de su prima esperó tranquilamente la llegada de la polícía.



FIN



TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

viernes, 16 de diciembre de 2011

AMANTES EN EL TIEMPO

 










ESTA NOVELA SE HA PUBLICADO EN 15 DE DICIEMBRE DE 2011

PUEDE ADQUIRIRLA SI LO DESEA PIDIENDOLA A LA AUTORA, A LA EDITORIAL CIRCULO ROJO O EN EL SIGUIENTE LINK:

http://editorialcirculorojo.com/publicaciones/c%C3%ADrculo-rojo-novela/amantes-en-el-tiempo/




  SINOPSIS

 Después de la muerte de su abuela, Frieda recibe sorprendentes informaciones sobre su familia. Su tío Alexander le entrega una serie de documentos y fotografías de sus abuelos maternos. Conoce entonces la historia del amor que los unió y que a pesar de las dificultades y de los horrores de la IIa guerra mundial, permaneció inalterable hasta la muerte de ambos.

A continuación algunos capítulos de la obra.

XIII

Alrededores de Belfort (en el Franco Condado), Francia, finales de agosto de 1944.

La lluvia caía con fuerza. Un viento racheado empujaba el agua hacia los cristales del coche. La oscuridad reinaba por doquier, sólo rota por las luces de los faros del vehículo y por los numerosos relámpagos.

Una fuerte tormenta, presagiada por el intenso calor que habían soportado los pasados días, había estallado por fin.

El coche avanzaba, aunque no con gran velocidad puesto que el viento y la lluvia lo impedían. El chófer, al volante estaba muy atento a la carretera.

Los otros dos ocupantes del vehículo se mantenían en silencio. El hombre uniformado miraba a la mujer que sentada a su lado y vestida con un elegante traje de noche de color violeta, con los hombros al aire, sólo cubiertos por un liviano chal de encaje negro, parecía rehuir su mirada.

Dominique Thiebaud era aún muy hermosa y aunque ya no tenía la lozanía de la joven de la que él se había enamorado en el pasado, había ganado en muchos aspectos.

!Que conmoción sufrió cuando, acabado de llegar del Cuartel General de su cuerpo de ejercito, Gustav Kreuse, su mejor amigo y su más eficiente subordinado, le había llevado hasta ella, para presentársela y que la saludase, ya que era la propietaria de “La Redoute”, la propiedad y el vasto edificio que habían ocupado como Cuartel General de su división! !Era ella, Dominique, la única mujer que había amado y que había desaparecido bruscamente de su vida hacia casi doce años!

Al reconocerlo, también ella se había sobresaltado y aunque intentó disimularlo, sus ojos brillaron intensamente.

El se había inclinado ligeramente ante ella y Dominique lo saludó con un elegante movimiento de cabeza. Sin dejar ver que ya se conocían, se cruzaron las educadas palabras propias de la ocasión. .

Era la hora de la cena y estaba invitado a la mesa de ella junto con Gustav y Monsieur Moulins, un hombre ya mayor, y a quien le habían presentado hacia unos momentos, como el administrador de la propiedad.

Mientras cenaban la estuvo observando y notó la emoción que ella sentía y sus bravos intentos de aparentar normalidad. En cuanto acabó la cena y ella les comentó que pasasen al salón en el que les serían servidos café y unos licores, pensó que era el momento de finalizar con aquella farsa y le dijo:

Deseo hablar con Madame a solas” - a ellos - “ Señores, les ruego nos disculpen.”

Observó el asombro reflejado en la miradas de su amigo y del administrador.

Dominique asintió y precediéndole le guió hasta la biblioteca de la casa.

Una vez en esa estancia, la mujer cerró la puerta y se volvió hacia él.

Sus miradas se cruzaron con gran intensidad. Ella se estremeció.

!Explícame”! Le ordenó el hombre vivamente.

Al notarlo tan distante, Dominique se sintió herida por su frialdad. pero sabía que merecía una explicación.

Sentémonos” – dijo.
         

                                                            IX


Se sentaron en dos sillones delante de la chimenea de la estancia. La habitación era bastante amplia. Armarios con estanterías cubrían las paredes. Encima de la chimenea había un gran retrato al óleo de una mujer aún joven y bonita con un vestido de noche a la moda de unos años atrás.

El hombre preguntó:

¿Porque no volviste? ¿Porque no te molestaste en hacerme llegar alguna explicación?”

No me fue posible. No me lo permitieron”.

¿Quienes?”

¿Recuerdas que marché a mi casa para celebrar la Navidad?”

Él asintió.

Siempre la había pasado con mi familia y papá me había escrito, rogándome, casi ordenándome, que fuese a casa”.

Dijiste que era sólo por unos días, pero no regresaste”.

No pude. Me lo impidieron”.

Notó que él no la creía.

Llegué a casa el día antes de Navidad y mi padre daba una cena con diversos invitados. Cuando acabase la cena, debíamos ir a la Misa de Medianoche”.

Jurgen esperaba expectante.

Después de la cena, me sentí mal, sufrí un fuerte mareo y me desvanecí. Los días anteriores ya no me había sentido muy bien”.

Sí, recuerdo que los dos estábamos resfriados”.

Entre los invitados estaba el médico de la familia y mientras estaba sin sentido me examinó. El resultado de su examen le hizo sospechar que pudiera estar embarazada y cuando recuperé el conocimiento, me hizo algunas preguntas que le confirmaron el diagnóstico”.

Jurgen Rossenmüller se levantó alterado.

¿Estabas encinta?”

Sí”.

!Dios!”

Volvió a sentarse, anonadado por la sorpresa.

Ella continuó explicando:

El doctor era muy amigo de mi padre y tan chapado a la antigua como él. En lugar de hablar conmigo, inmediatamente, informó a papá de lo que sucedía. Mi padre vino a mi habitación y muy enfadado me exigió una explicación”.

Jurgen la escuchaba atentamente. Ella continuó.

Cuando le expliqué lo nuestro y supo que tú eras alemán se indignó muchísimo pues era de un nacionalismo exacerbado y no podía soportar a los alemanes. Tú sabes que entre nuestros dos países no siempre han sido fáciles las cosas. Papá había combatido contra vosotros en la última guerra”.

El hombre asintió.

Yo no le había explicado nada de nuestra relación porque sabía que él no la aceptaría y por éso precisamente, quería aprovechar aquellos días de Navidad para intentar convencerlo. No me dio tiempo”.

Me dijo que era una cualquiera, una puta, que había ofendido el honor de la familia acostándome con un hombre con el que no estaba casada y que no dejaría que nos volviéramos a ver. Que me quitase de la cabeza la idea de volver a París.”

Se fue dando un portazo y me dejó encerrada en mi cuarto. Dio órdenes a la servidumbre de no dejarme salir hasta que volvieran de la Misa de Medianoche”.

Estaba asustada pero al mismo tiempo me sentía contenta con la noticia de que iba a tener un hijo tuyo y pensé que acabaría cediendo y todo se resolvería”.

Pero no fue así. Me equivoqué por completo. Cuando volvieron de la iglesia, se reunieron en cónclave familiar mi padre, mi hermano y un matrimonio, primos de mi padre, que junto a su hijo, estaban pasando unos días en casa”.

Ya muy tarde, mi hermano y mi padre, subieron a mi habitación para hablar conmigo”.

Mi hermano me preguntó si estaba dispuesta a abortar. Papá no se había atrevido a planteármelo ya que era un hombre de profundas creencias religiosas”.

Yo indignada le contesté que no, que estábamos enamorados y que nos queríamos y que de ninguna manera pensaba hacerme perder un hijo tuyo”.

¿Te negaste a hacerlo?”

Sí”.

Después de volver a insistir sobre la pérdida del honor, y sobre mi desagradecimiento por todas ventajas de las que había disfrutado siempre, me informaron que habían acordado con los primos de mi padre, que vivían en España que marcharía inmediatamente con ellos, que pasaría allí todo el embarazo y daría a luz allí. No iba a volver más aquí, a mi casa, porque ellos no querían soportar la afrenta que representaba que yo diese a luz un bastardo”.

Les rogué y les supliqué que me dejaran contactar contigo y también les dije que tu me querías y que deseabas casarte conmigo, pero no hubo manera alguna de convencerlos. Salieron de mi habitación y volvieron a dejarme encerrada”.

Quise llamarte por teléfono pero no me dejaban un momento a solas. Te escribí una carta explicándote lo que estaba pasando, pero la interceptaron y la destruyeron”.

Mi hermano movió varios hilos para que no me pudieras localizar. Pudo hacerlo porque tenía amistades muy influyentes. Nuestra familia era importante en la región. En nuestro círculo, los escándalos familiares se silenciaban por lo que ellos llamaban “decoro” ya que se suponía que las personas de nuestra clase social debíamos dar ejemplo”.

Quise huir pero me tenían controlada y vigilada constantemente y no pude librarme de ellos. Por otra parte, el embarazo me sentaba mal y tenía muchos mareos y vomitaba sin cesar. La verdad es que me sentía asustada, muy deprimida y sin fuerzas para nada”.

Dos días después de Navidad, no tuve mas remedio que subir al automóvil de los primos de mi padre y partir para España”.

Fue un viaje espantoso. Me sentía fatal. Las carreteras no eran buenas y yo tenía muchas nauseas. Había bastante nieve. Tuvimos que parar varias veces. Parecía que no íbamos a llegar nunca a nuestro destino”.



XIV



Jurgen volvió a levantarse.

¿Tuviste el bebé?”

Sí”.

¿Niña o niño?

Un niño: Alexander. Cuando nació y me lo pusieron en los brazos me sentí tan feliz como no me había sentido desde el día en que dejamos de estar juntos. Me llenó de dicha. !Era nuestro hijo! !El era lo único que me quedaba de los días de nuestro amor, de aquellos meses tan felices que pasamos juntos y que me confirmaba que todo aquéllo había sido real, que no era sólo un sueño!”

¿No pudiste avisarme?”

¿Cómo? Me tenían muy controlada. No me dejaban salir sola a ninguna parte. Me vigilaban constantemente”.

¿Dónde está nuestro hijo?”

Aquí”.

¿Aquí?”

"Sí. Ahora tiene once años”.

!Quiero verle!”

Está durmiendo. Mañana lo conocerás”.

No. Vamos a verle. Necesito verle. Ya procuraremos no despertarlo”.

Ella comprendió que no podía negarse.

De acuerdo”.

Salieron juntos de la biblioteca y subiendo la escalinata principal del edificio, fueron hasta el lugar donde el muchacho tenía su habitación, muy cerca de la de su madre, en el primer piso.

Dominique abrió la puerta con sumo cuidado para no despertarlo y entraron en el cuarto sin hacer ningún ruido.

El chico dormía pacíficamente y se oía solamente el leve ruido de su respiración. La luz de la luna, a través de la ventana, con las cortinas aún sin correr, iluminaba su cabeza sobre la almohada.

Jurgen lo miró y se asombró de lo mucho que se le parecía. Los oscuros cabellos ensortijados como los de él. Se sintió conmovido.

Retrocedieron y salieron de la habitación.

¿Que te ha parecido?” -le preguntó ella.

Parece un chico magnífico”.

Lo es. Inteligente, de buen carácter, cariñoso, educado, amable y de buen corazón. También algo travieso. Cuando hables con él te darás cuenta de ello. Mañana vendré con él para que lo conozcas”.

¿Que sabe de mi?”

Nada. Cree que es hijo de mi marido”.

Volvamos a la biblioteca”.

Regresaron a la habitación y se sentaron nuevamente.

El le preguntó:

¿Cómo es que te casaste? ¿Quién era él?”

Mi primo Fernando Thiebaud, el hijo de los primos de mi padre. Después de nacer el bebé me pidió que me casara con él. Yo le dije que no le amaba, que te quería a ti pero me aseguró, riendo, que nunca iba volver a verte. En aquel momento, le odié por decirme ésto, porque en el fondo yo tenía aún la esperanza de volver a encontrarte algún día”.

Pero fue pasando el tiempo y nunca supe de ti. Fernando me rodeaba de atenciones. Parece ser que siempre estuvo algo enamorado de mi. Jugaba con Alexander y ambos se cogieron mucho cariño. Sus padres también querían al niño y mi padre y mi hermano aprobaban la idea de ese casamiento”.

Finalmente, acepté ser su esposa sin engañarle respecto a que yo no había podido olvidarte y que te amaba, pero que había perdido completamente las esperanzas de volver a verte. Estuvo conforme con aceptar lo que yo pudiera darle y me dijo que reconocería a Alexander como hijo suyo. Esto último fue lo que me hizo aceptar este enlace. No quería que el chico cuando creciera no tuviera a su lado una figura masculina que le sirviese de referencia”.

Nos casamos y a los pocos meses, España entró en guerra. La casa en la que vivíamos estaba en un pueblo de la costa mediterránea, Llansá, no muy lejos de la frontera francesa y allí no nos sentíamos en peligro. La región permaneció fiel a la República y la guerra parecía estar muy lejos”.

Pero Fernando se alistó con las fuerzas republicanas y murió en el frente de Extremadura”

Después de su muerte, mis suegros ya no fueron los mismos. Era su único hijo y le querían con locura. Continué viviendo con ellos. Mi suegra perdió la memoria, luego enloqueció y murió al poco tiempo. Su marido vivió algo más pero, a los pocos meses sufrió una derrame cerebral y también falleció”.

Las cosas se iban poniendo muy mal en España. Los diferentes frentes iban cayendo y las fuerzas franquistas iban avanzando. Los bombardeos eran incesantes. Después de hacerme cargo de la herencia de mi suegro, que había testado en favor de Alexander, decidí vender la casa y volver a mi país en otoño de 1938”.



XVI



Pasé unos días en París intentando encontrarte y después de que contactara con la portera del piso que tenías alquilado cuando estábamos juntos y que ella me explicase lo mal que lo habías pasado cuando desaparecí y que intentaste por todos lo medios saber de mi, decidí ir a buscarte a Berlín, ya que cuando marchaste le dejaste tu dirección allí”.

¿Fuiste a Berlín?” - Inquirió incrédulo.

Sí. En noviembre de 1938. Entre la herencia de mi suegro y el dinero de la venta de la casa de Llansá, disponía de medios suficientes para poder desplazarme cómodamente y hacer lo que me viniese en gana. Era una mujer independiente económicamente”.

Estuve una semana en Berlín. Busqué en la dirección que me habían dado y una mujer, vecina del edificio de tu apartamento me dijo que estabas en el Ejercito, que habías vendido el piso y que hacía mucho tiempo que no te había visto. Intenté localizarte pero me encontré con un hermetismo total en las oficinas gubernamentales. Nadie sabía nada. Nada pude averiguar”.

En aquellos días me hallaba en Checoslovaquia”.

El ambiente que había en Berlín no me gustó nada. Me sentía inquieta e insegura y finalmente, decidí volver a Francia y me afinqué en Cannes”.

¿No volviste a tu casa?”

No. Estaba resentida con mi padre y mi hermano porque nos habían separado y no me sentía con ánimos de perdonarles”.

Más tarde, ya en plena ocupación alemana, mi hermano fue muerto en Dunkerque y papá, que ya estaba delicado de salud, cuando se enteró se puso muy mal. Mandó llamarme y cuando supe que estaba muy enfermo volví a casa para ocuparme de él. Murió a los pocos días”.

Me quedé otra vez sola, con nuestro hijo y viuda, muy adinerada, éso sí, porque habiendo muerto mi hermano sin casarse y sin hijos, toda nuestra fortuna y nuestras propiedades han pasado a mi. ¿Que ironía verdad? Soy ahora la única que puede velar por el honor familiar”.

¿Llegaste a querer a tu marido?”.

No, no le amé. Pero se portó muy bien conmigo y con Alexander y llegué a apreciarle”.

¿Que le vas a decir de mi a nuestro hijo?

Pienso que de momento, lo mejor será que le diga que somos antiguos conocidos. ¿Te parece bien?”

Jurgen asintió.

¿Tienes algo más que decirme?”

Dominique preguntó:

¿Te has casado?”

Negó con la cabeza:

No. Lo que pasó entre nosotros no me dejó con ganas de volver a intentar nada en este sentido. No he querido atarme a nadie”.

Dominique no se atrevió a preguntarle si todavía la amaba.

!Siento tanto que las cosas hayan ido así! !Podía haber sido todo tan diferente!”

Ha pasado ya mucho tiempo”.

Sí”. - asintió ella – “Si no quieres nada más voy a retirarme. Me duele un poco la cabeza y me siento muy cansada. Te ruego me disculpes con Moulins y con el coronel Kreuse”.

Se levantaron y Dominique fue hacía la puerta.

Buenas noches, Jurgen”.

"Buenas noches. Te espero mañana con Alexander”

Ella asintió y salió de la estancia. Cuando llegó a su habitación, se desnudó y preparó para meterse en la cama. Pasó una hora, sin que consiguiese conciliar el sueño.

Se levantó y abriendo una libreta en que solía anotar sus impresiones sobre las cosas, escribió sobre la sorpresa de haber vuelto a encontrar a Jurgen.

Después de que ella marchase, Jurgen salíó de la biblioteca y bajando las escaleras volvió al salón donde le esperaban los otros dos hombres.

Disculpó la ausencia de Dominique, se sirvió un brandy y encendió un cigarro puro.

Estuvo unos minutos hablando con ellos y después de darles las buenas noches, dijo que deseaba tomar el aire y salió al jardín.

Tenia que digerir todo lo que Dominique le había explicado y estuvo un buen rato meditando sobre lo ocurrido aquella noche y en todos aquellos años. Sobre sus sentimientos sobre todo ello y sobre la gran sorpresa que había tenido al saber que tenia un hijo.

Los recuerdos volvieron vivamente.


RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS

martes, 13 de diciembre de 2011

ARDUA DECISION - NOVELA


SINOPSIS




Después de conocer a César, escritor ya consagrado, Johanna, novelista incipiente, inicia una relación sentimental con él. A pesar de la diferencia de edades, ambos se enamoran y deciden unir sus vidas. La sorpresa de Johanna será mayúscula cuando al cabo de unos años de convivencia descubre determinados hechos que la llevarán a cuestionar esa relación. Todo ello en el marco del descubrimiento del tráfico de bebés durante la Dictadura franquista.



A continuació unos capítulos de la novela:



Poco tiempo después fue invitada una fiesta que daban Enzo y Mila.
Había conocido a Enzo y a Mila en una exposición de pintura, hacía ya bastante tiempo.
Simpatizaron y volvieron a verse en un concierto en el Palau de la Música y otro día, en el Liceo. Trabaron amistad y se veían a menudo.
Enzo le había pedido que posase para uno de sus cuadros y aunque al principio dudó un poco, acabó aceptando.
El cuadro ya estaba terminado. Se sentía contenta con el resultado.
Entonces, la habían invitado a aquella fiesta.
Al principio se había sentido bastante aburrida.
Mientras observaba al resto de invitados con una leve sonrisa en los labios, se dio cuenta de que acababa de llegar un hombre bastante alto. Elegante, vestía pantalones grises y chaqueta azul oscuro, camisa color salmón. Moreno, ya canoso, con una cuidada barba. Aparentaba  entre 55 y 60 años. La penetrante mirada de sus ojos oscuros se cruzó con la suya y ella le reconoció.
Se trataba de César Arnedo, escritor uruguayo que había ganado varios premios importantes de literatura.
Lo encontró más atractivo en persona que en las fotografías.
Se dio cuenta en diversas ocasiones de que él le estaba mirando.
Finalmente, vio que hablaba con Mila, que miró hacía ella.
Al poco rato su anfitriona y el escritor le se acercaron.
"Johanna, quiero presentarte a César Arnedo. Ella es Johanna Hoek".
Ella le ofreció su mano que él estrechó.
Mila habló unos momentos con ellos y luego se alejó para atender a otros invitados.




VII


"¿Puedo sentarme a su lado?" - Preguntó César.
"Claro".
Se sentó en otro sillón.
"Hace un rato que la estoy observando"
"¿Sí?"
"Cuando la he visto por primera vez, sentada en este antiguo sillón, con ese vestido de tonos rojos y granates y esa espléndida cabellera rizada de color cobre suelta sobre los hombros, me ha recordado Vd. a una madonna de Tiziano".
"¿Tan antigua me veo?"
"No, al contrario. Se la vé atemporal. No parece Vd. una mujer que se vista para seguir la moda. Y la luz se refleja sobre Vd. dándole un colorido muy especial"
Sus palabras parecieron complacerla.
"Tiziano es también uno de mis pintores preferidos".
"Además de Tiziano qué otros pintores le gustan?"
"Velázquez, Murillo. El Greco, Goya, David, Durero, Rubens, Leonardo, Miuel Ángel, Van Eyck, Gainsborough, Rafael, Turner, Picasso, Van Gogh, los impresionistas, los puntillistas, Dalí, Miró, pero no todo, sólo algun cuadro en especial"
"¿Veo que es ecléctica en sus gustos sobre pintura?"


"¿Y Vd.?"
"También"
"¿Así que Vd. es el famoso escritor?"
El sonrió divertido.
"Me han dicho que Vd. también escribe"
"Sí, pero he empezado hace poco. Dos novelas"
"Tengo entendido que se han vendido muy bien"
"No puedo quejarme"
Continuaron conversando sobre escritores, pintura y música.
Johanna se sintió atraída por César pese a la diferencia de edad.
Era un hombre atractivo y elegante. un caballero, educado, con una amplia cultura, con interés hacia muchos y muy diversos temas. Sus ojos y su porte evidenciaban su fuerza y su magnetismo.
Su voz, cálida y grave, con el acento uruguayo que daba a su castellano un encanto especial, la cautivó desde el primer momento.
Ya tarde, él se despidió de ella y de sus anfitriones y otros invitados.
Al día siguiente, a las ocho de la tarde, su anfitrión inauguraba una exposición en una céntrica galería de arte barcelonesa. Quedaron en verse allí.




VIII




Por la tarde, al llegar a la sala de exposiciones, Johanna comprobó que César había llegado antes.
Cuando la vio se dirigió hacía ella sonriente.
"!Creí que ya no venía!"
"Hay mucho tráfico y el taxi ha tardado en llegar".
Visitaron juntos la exposición, se detuvieron ante uno de los cuadros expuestos.
Era un magnífico retrato de Johanna con el mar al fondo.
Llevaba ya la señal de "adquirido" y ella se asombró de la rapidez en que se había vendido.
Su anfitrión se acercó a ellos y ella le preguntó si podía decirle quien había adquirido su retrato. Enzo miró a César pidiéndole permiso y éste asintió.
"Lo ha adquirido César"
Ella se admiró de que lo hubiese comprado.
"¿Suele hacer de modelo a menudo?" - le preguntó él.
"Es la primera vez".
"¿Y cómo es que se decidió a posar?"
"Enzo me lo pidió. Me dijo que siempre había pintado mujeres muy delgadas y etéreas y con colores muy suaves y que ahora deseaba pintar a modelos más corpóreas y rellenitas Mujeres más reales. Creo que a mi no me vé como una mujer delgada y etérea" – Respondió con humor.
Johanna no era ni muy delgada ni muy gruesa pero era más de bien de huesos anchos. Bastante alta, con largas piernas.
Enzo Asintió.
"Es cierto. Ya estoy cansado de pintar mujeres muy estilizadas. Quiero modelos más reales. Con curvas más marcadas, que se vean más sólidas"
César sonrió.
"Desde luego en este cuadro has conseguido que Johanna despida energía y vitalidad".
"Os dejo. Debo hablar con otros".
Se alejó. Johanna y César continuaron mirando los cuadros.
Les sirvieron canapés y copas de champagne que tomaron mientras continuaban charlando animadamente.
Al poco rato, César le preguntó:
"¿Tiene algún compromiso para cenar esta noche?"
"No, ninguno".
"¿Quiere que cenemos juntos?"
"¿Porqué no?"
"¿A qué restaurante le gustaría ir?"
"No muy lejos de aquí hay un buen restaurante dedicado a la cocina mediterránea. ¿Le parece bien?"
"Claro".
Después de despedirse de los anfitriones salieron a la calle y fueron andando hacia el restaurante.
El local estaba sólo a unas pocas manzanas de casas.
Era un lugar no muy grande, decorado con motivos marineros.
Escogieron los platos y los encargaron. Como habían pedido pescado les recomendaron un vino blanco algo afrutado.
Mientras cenaban hablaron de sus vidas y de sus proyectos.
César le dijo:
"Creo que podríamos empezar a tutearnos ¿No te parece?"
"Me parece bien".




IX




"Mila me dijo que eras divorciada. ¿Hace mucho tiempo?"
"Hace casi diez años".
"¿Tienes hijos?".
"No. Tuve una hija pero murió a los siete años"
"Lo siento. No debí preguntártelo".
"No te preocupes. Ahora puedo ya hablar de ello sin que me duela tanto como antes. ¿Y tú? ¿Estás casado? ¿Tienes hijos?"
"Soy viudo. Mi mujer murió hace ya ocho años. No tuvimos hijos. Sin embargo, cuando me casé con ella, Ulrike, era viuda y tenía dos hijos de su primer matrimonio: Frederick y Ernst, que crecieron junto a nosotros y a quienes siempre he considerado como hijos. Ahora ya tienen sus propias familias".
"¿Tienes más familia?".
"No. Tuve una hermana pero murió hace más de veinte años. ¿Y, tú?"
"Fui hija única. Mis padres viven aún. En un pueblo de la costa valenciana, Xilxes."
"¿Cuando empezaste a escribir?".
"Hace cuatro o cinco años. Antes trabajaba como traductora en una editorial. Pero escribir me ha gustado siempre. En el colegio siempre tuve facilidad para las redacciones y los relatos".
Siguieron hablando de literatura y de diversos autores. De música, de teatro, de cine.
Cuando terminaron de cenar, salieron a la calle y él quiso acompañarla a su casa. Fueron andando.
Se sentían bien juntos, sin ganas de despedirse.
La noche era calurosa, aunque amenazaba tormenta.
Durante el día había hecho mucho bochorno y cuando ya estaban muy cerca del apartamento de Johanna, estalló la tormenta y comenzó a llover torrencialmente.
Llegaron empapados al portal del edificio en el que Johanna tenía su apartamento.
Ella le preguntó:
"¿Quieres subir a secarte un poco y a tomar una última copa?"
"Me gustaría mucho"
Subieron al décimo piso. Johanna abrió la puerta y entraron a un apartamento con un amplio salón, con una puerta vidriera que daba a una terraza llena de plantas.
La estancia, pintada con colores muy claros y decorada con muebles modernos y funcionales, contaba sin embargo, con algunas piezas más clásicas en un elegante contraste.
Johanna le enseñó donde estaba el cuarto de baño, al lado de su dormitorio y le trajo un albornoz y una toalla y unas zapatillas para que se quitase sus ropas mojadas.
Ella también entró en su dormitorio y se secó y cambió de ropa.
Cuando apareció vestida con otro albornoz, con una toalla enrollada en la cabeza para que se secasen sus cabellos, César la miró con una mirada en la que ella comprendió que la deseaba.
Se había sentado en el sofá y ella de ofreció algo de beber.
Le sirvió un whisky y al entregarle el vaso, él retuvo su mano.
Sin apartar su mirada de la de él, Johanna se sentó a su lado en el sofá y entonces él dejó el vaso sobre una mesita auxiliar y acercó su cara a la de ella, buscando sus labios.
Ella le siguió el juego y aquel primer beso tuvo una dulzura y una ternura que asombró a ambos.
A aquel beso siguieron otros. Sintió la boca de él contra la suya, sus labios sobre los suyos y su lengua buscando la de ella hasta que Johanna notó como aquellos labios, despertaban en su interior un fuego que la obligó a responder a los besos del hombre, primero despacio pero, poco a poco, desesperadamente, como si en el mundo no hubiese nada más importante que los labios de él, que aquella boca sobre la suya, que le dominaba la voluntad, mientras las manos de César empezaban a recorrer su cuerpo y la acariciaban. Sintió una sacudida tal de deseo que se estremeció.
El se dio cuenta en el acto y rodeó con su brazo la cintura de ella y así enlazados, fueron hasta la cama del dormitorio y tendiéndola en ella, la ayudó a quitarse el albornoz y la toalla de la cabeza, dejando suelta su cabellera, sin dejar de observarla con una mirada indescifrable en sus oscuras pupilas. A continuación se quitó también el albornoz.
Cuando estuvieron completamente desnudos, se colocó sobre ella y empezó a besarla en el cuello. Su olor mezclado, con el suave perfume que ella usaba, le excitó en gran manera.
Le estuvo acariciando los senos y frotándole los pequeños pezones que se endurecieron al momento.
Entonces, se los chupó y mordisqueó mientras su mano derecha, bajaba hasta su pelvis y se abría camino entre sus piernas hacia su vagina, introduciendo en ella los dedos para juguetear con su clítoris, mientras ella le animaba a seguir.
César continuó con sus caricias y luego, su cabeza fue descendiendo por el estómago y el vientre de ella, hasta que su boca llegó a su vulva, ya completamente mojada, y que él lamió y chupó, mientras ella le acariciaba la cabeza con los dedos dentro de sus ondulados cabellos. La barba de él, haciéndole cosquillas en sus partes más íntimas, era una sensación desconocida para ella, que le encantó. Consiguió excitarla al máximo y hizo que se sintiera completamente a punto para el coito, cosa de la que él se apercibió.
Johanna se estremecía como consecuencia del placer que estaba sintiendo y al momento sintió el pene del hombre, grande y duro que irrumpió dentro de ella como un caballo desbocado que lo arrollaba todo a su paso, avanzando en su interior, poseyéndola enérgicamente. Respondió a sus embates, acoplándose a los movimientos de él, hasta que los dos, descontrolados totalmente, se entregaron uno a otro, con una fuerza y una pasión que les arrancó a ambos un grito de triunfo.
Después del orgasmo, se dejaron caer en la cama, uno al lado del otro, mirándose intensamente sin necesidad de hablar, mientras la lluvia seguía cayendo.




X




Cuando Johanna despertó, era ya de día. Un día gris y húmedo. Había dejado de llover, aunque el ambiente estaba fresco.
A su lado, César dormía tranquilamente con una sonrisa de satisfacción en los labios.
Pudo observarlo a su gusto y se maravilló de las sensaciones que él había despertado en ella.
Hacía años que no se había sentido tan bien. La muerte de su hija y el abandono de Carlos le habían hecho tanto daño, que se había creído incapaz de volver a sentir lo que había sentido aquella noche.
Aquel hombre, con sus caricias dulces y sabias a la vez y con un vigor inesperado pese a sus años y cuyos besos le hicieron perder el tino, había conseguido volver a despertar su sexualidad, antaño desbordante y mucho tiempo adormecida.
Sintió deseos de besarle y lo hizo en la frente.
El despertó y al verla junto a él le sonrió encantado.
"Buenos días, querida. ¿Cómo te sientes hoy?"
"Muy bien. ¿Y, tú?"
"!Magníficamente!. !Como no me había sentido en muchos años!".
Se miraron satisfechos.
Ella se acurrucó junto a él que la abrazó y le dijo al oído:
"Me has hecho muy feliz. Eres encantadora"
Johanna le besó, agradeciéndole sus palabras.
!Se sentían tan bien juntos!.No tenían ganas de separarse. Bajo las sábanas sus cuerpos conservaban el calor pese al fresco de la mañana.
Estuvieron así un buen rato hasta que finalmente, César miró el reloj y volvió a la realidad.
"Debo levantarme. A las once tengo una entrevista con mi editor y luego he de almorzar con él".
"Bien. Si quieres puedes ducharte mientras preparo el desayuno. Tu ropa debe haberse secado ya"
"De acuerdo".
Se levantaron.
Mientras preparaba café y unas tostadas, después de ponerse el albornoz, Johanna oyó a César canturreando en el cuarto de baño.
Cuando se acercó a la cocina, ya vestido, volvió a besarla.
Le ayudó a llevar las cosas a la mesa. Se sentaron y ella le sirvió el café.
Desayunaron tranquilamente.
"Me gustaría regalarte tu retrato"
"No. Quédatelo. No va a ser el único cuadro en el que posaré para Enzo. Me complace que lo tengas tú. Así quizás te acordarás de mi".
"No necesito el cuadro para acordarme de ti y te aseguro que no olvidaré esa maravillosa noche que hemos pasado juntos"
"¿Cuando te marchas?" - preguntó Johanna.
"Esta tarde, a las ocho. Voy a estar toda la tarde firmando libros en la librería "SOL Y LUNA". Mañana estaré en Madrid y pasado mañana vuelvo a Alemania. Te dejo una tarjeta con mi número de teléfono privado. Si vienes a Münich me encantaría recibirte en mi casa".
"¿No tienes pensado volver a Barcelona?"
"De momento no. Sin embargo me gustaría que me anotases tu teléfono para llamarte".
Johanna se levantó de la silla. Fue hacía un secreter y sacó una tarjeta que entregó a César.
Este se puso también en pie.
"Debo marcharme. Te doy las gracias por tu compañía y por esta noche. Te prometo que volveremos a vernos pronto".
"No tienes que prometerme nada. Hemos pasado juntos una noche porque los dos lo deseábamos y hemos tenido la suerte de ha sido gratificante para los dos. No me debes nada".
Fueron hacía la puerta del piso. César la besó y la abrazó.
"!Hasta pronto!".
"!Adiós!"
Al día siguiente mientras estaba preparando sus maletas pues pensaba pasar unos días en Xilxes con sus padres, sonó el timbre de la puerta de su piso y cuando abrió se encontró con un repartidor que le entregó un hermoso ramo de rosas rojas.
Le dio una propina al muchacho y dejando las flores sobre la mesa del comedor leyó la tarjeta que iba con ellas.
"Gracias por todo" - y la firma, César.
Sonrió. A pesar de todo, antes de partir, había tenido tiempo de encargar las flores.
Las colocó en un jarrón y luego encima de un mueble auxiliar del salón. Quedó satisfecha con el efecto que hacían.
Le hizo ilusión que César hubiera pensado en ese detalle.
Siguió preparando el equipaje y una vez lo tuvo listo, y después de asegurarse de que todo en el piso quedaba bien cerrado, lo bajó hasta el garaje para cargarlo en su coche.
Eran casi las once y tenia por delante unas tres horas de viaje.
Salió de Barcelona por la Diagonal y luego sólo tenia que tomar la autopista A-7, que la llevaría hasta el pueblo adonde se dirigía.
Sus padres ya sabían que iba para allí y la esperaban para almorzar.


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