jueves, 24 de mayo de 2012

DE UNA ROMANTICA EN LA MADUREZ


Dulces y hermosas palabras de amor

que no imaginé nunca volver a escuchar

y que llegaron en el otoño de mi vida.



Escritos y mensajes tiernos y sensuales

que nunca esperé volver a recibir.



Besos y caricias de las que mi cuerpo

volvió a gozar cuando pensé que

se habían acabado para siempre.



Sentimientos, sensaciones y emociones

casi olvidados y vueltos de nuevo a sentir.



Regalos inesperados que me ha ofrecido

la vida y que agradezco con humildad a los dioses

ya que me han demostrado que aún estaba viva

y que todavía era capaz de ilusionarme y emocionarme.



Todas esas cosas maravillosas

me llegaron a través de ti,

que como nadie supo despertarlas.



Te doy también las gracias por todo ello,

pero no puedo dejar de pensar,

que todo éso, en principio tan hermoso,

por tu parte sólo han sido mentiras,

halagos de pequeño y típico “donjuán” español,

para enamorar y convencer a una incorregible romántica

que creyó haber encontrado, por fin, en su madurez,

a un hombre también romántico, sensible y maduro,

resurgido de anteriores luchas, errores y fracasos,

alguien a quien poder amar y con quien compartir,

las luces y las sombras de esa nueva etapa de nuestras vidas.



Creí de veras que sabrías apreciar en su justo valor,

sin prejuicios ni ideas preconcebidas,

ese espléndido obsequio que nos ofrecía el Destino.



No ha sido así y aunque lo siento,

porque nuestra pequeña historia

para ti debe haber sido,

sólo una de tantas aventuras,

no me duele ni te guardo rencor,

porque, a fin de cuentas,

soy yo quien se ha llevado la mejor parte,

puesto que para mi, nuestro encuentro,

tuvo su ternura y su encanto,

y sólo lamento que no hayamos sido capaces,

de conservar esa impagable magia.

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