martes, 28 de febrero de 2012

REFLEXIONES SOBRE EL AMOR

 ( escrito desde el corazón)


Muchas personas dicen: “me gustaría sentir un gran amor, una gran pasión”.

Para empezar, no es lo mismo un amor que una pasión. En muchas ocasiones van emparejados pero no es siempre así. Se puede sentir una gran pasión, sin amar y viceversa.

Sé lo que me digo porque tengo ya muchos años y afortunadamente en el curso de mi vida he tenido la suerte de sentir un gran y apasionado amor y de ser correspondida en ello. También me he apasionado por una persona del otro sexo, sin llegar a amarla y por último, he amado, sin que la otra persona haya conseguido despertar en mi una gran pasión.

En las tres ocasiones, la experiencia ha sido muy gratificante e importante para mi.

Evidentemente, la más importante y completa ha sido la de sentir un gran y apasionado amor.

Pero para sentir un gran amor hay una premisa muy importante: ser generoso y nada egoísta.

Muchas personas no llegan a sentirlo nunca durante el transcurso de su vida porque no son capaces de dejar a un lado el egoísmo y entregarse completamente.

Esto no es una crítica hacía nadie. Es la realidad tal como yo la veo y la siento.

Cuando de verdad amas te entregas totalmente a la otra persona sin perder, evidentemente, tu personalidad, éso sería un gran error.

La otra persona pasa a ser lo más importante para ti y lo que deseas por encima de todo es su felicidad y bienestar. Eres capaz incluso de sacrificarte en muchas ocasiones por esa persona sin que ello te importe demasiado. En realidad, no lo sientes como un sacrificio, sino que te nace hacerlo así. Piensas más en su felicidad que en la tuya y nunca se aparta totalmente de tus pensamientos. Desde luego, no estás todo el día pensando en él o en ella, porque la sientes parte de ti. Y sabes que con ella o él estás mejor que si estás solo/a.

En el sexo, intentas darle el máximo placer a esa persona, ya que la constatación de su placer, aumenta también el tuyo. Y cuando te entregas, lo haces totalmente, sin exclusión de ningún tipo, por éso sólo los seres que se aman verdadera y apasionadamente, son capaces de alcanzar la máxima calidad del placer, ese momento intenso, único e impagable, en donde se funden los cuerpos y las almas, dándole al sexo un sentido tan extraordinario, que sólo pueden comprender las personas que han tenido esa gratificante e inolvidable experiencia.

Es algo tan difícil de explicar que es casi imposible y sin embargo, deja en nosotros una gran añoranza, hasta el momento en que se siente nuevamente.

Intentaré describirlo pero creo que no voy a conseguir reflejarlo. Es como sentirse en comunión total con todo lo que nos rodea, como si se pudiera captar un instante la divinidad, sabes que formas parte de algo muy importante como no hay nada igual. Por un momento, todo parece colocarse en su lugar adecuado.

No, no es un orgasmo, es mucho, mucho más que éso. Es un momento de felicidad absoluta. Es la pérdida de la identidad diferenciada del "tu" y el" yo" y la clara percepción de un "nosotros".

Evidentemente, no cada vez que haces el amor con la persona amada se consigue alcanzar ésto, pero quien lo ha sentido una vez sabe que ello existe y que es capaz de volver a sentirlo.

¿Cual es la causa de hoy escriba sobre todo éso?

Bien sencillo. Después de muchos, muchos años, vuelvo a amar a otro ser. Me he enamorado de otra persona. Al principio, casi ni podía creerlo. Me cogió de sorpresa. No imaginaba que me volvería a suceder. Casi en la tercera edad y después de años y años sin que nadie despertase mi atención y en pocos días y casi sin darme cuenta, como jugando, me doy cuenta de que mi felicidad depende en mucho de otro.

La muralla de protección que había alzado a mi alrededor se ha derrumbado ante el sonido de su voz, el encanto de sus palabras, la dulzura de sus besos y el calor de sus caricias.

Y, claro está, todo éso tan y tan agradable conlleva a su vez el deseo de que esa relación perdure y el temor a no ser correspondida por la persona amada.

¿Cómo hacerle comprender lo que siento y lo que sentí en el momento en que nos conocimos?

La sensación tan fuerte de que él era lo que había estado esperando durante mucho tiempo. De que íbamos a ser importantes el uno para el otro. Fue como una premonición, a veces las tengo y casi siempre se cumplen. No las busco, vienen solas y en este caso, también fue así.

Acabábamos de conocernos y sin embargo, vino a mi mente una escena, en la que él y yo, estábamos en el sofá de mi casa. No había mucha luz, sólo la del fuego de la chimenea. El, sentado y yo estirada sobre el sofá con la cabeza apoyada sobre su regazo. Nos mirábamos y parecíamos muy felices juntos. La sensación que me dejó fue de una gran paz y tranquilidad. De seguridad y de comodidad.

Fue sólo un momento pero fue maravilloso. Intuí que el destino, por caminos muy extraños, había hecho que nos conociéramos en un momento clave de las vidas de los dos.

Es posible que en otro momento, no nos hubiéramos hecho ni caso, pero lo que tuve claro es que aquello no era una casualidad.

Esa sensación de paz y felicidad fue tan potente que todavía la recuerdo y no puedo olvidarla. Tanto él como yo no somos ya jóvenes. Somos dos seres heridos por muchas cosas de la vida pero creo que, juntos, podríamos lograr, curarnos de nuestras heridas interiores y afrontar una nueva etapa que me parece muy hermosa para poderla compartir.

Estoy segura de que juntos podríamos ser muy felices. Pero él está lejos y estando lejos uno del otro todo es muy difícil, y tengo miedo de que sin darse cuenta, esté dejando pasar la mejor oportunidad que ha tenido nunca para ser feliz, para que los dos seamos felices.

Sería lamentable que fuese así ya que un amor de verdad no se presenta todos los días.














MI AMOR POR TI


Primero, me cautivó el tono de tu voz

me conquistaron tus palabras,

luego, me enamoró la dulzura de tus labios

cuando me besaste apasionadamente

y, finalmente, me conmovieron tus caricias.



Todas estas cosas se instalaron en mi alma

como un dulce veneno, que circulando por mis venas,

invadió todo mi cuerpo y encendió mi corazón

quedando éste encadenado a ti.



Mi pobre y frío corazón, ajeno al flirteo

y al juego sutil de la conquista y la seducción,

se derritió con tu calor, y, desarmada,

sin casi darme cuenta, de ti estaba enamorada.



!Tantos años de protegerme a mi misma

con la fuerte coraza de la lógica y la prevención

y, finalmente, al conocerte, esa barrera ha caído

y mis sentimientos han dominado sobre la razón!



Mi ánimo se ensombrece con tu silencio

y mi alegría se muere con tu desánimo,

el equilibrio de mi alma y mi mente

se resquebrajan con tu tristeza,

y mi cuerpo ansioso de tus caricias,

languidece ante tu ausencia.


Mi dulce amor !ven pronto! !no puedo vivir sin ti!

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

miércoles, 8 de febrero de 2012

LA CULPA FUE SOLO MIA

 

Mía fue la culpa por creer en tus palabras,

                                              y en las cosas hermosas que me decías,

por dejarme conquistar por el eco de tu voz,

por enamorarme de ti sin conocerte,

por creer que a mi vida volvía otra vez el amor.



Mía fue la culpa por acostumbrarme

a tus llamadas y mensajes

por creer que alguien pensaba en mi

y se emocionaba conmigo.



Mía y sólo mía fue la culpa

por pensar que era cierto lo que afirmabas,

tus deseos de no estar sólo, de volver a enamorarte

y de vivir un gran amor.



Mía fue la culpa por llegar a pensar

que podríamos unir nuestras soledades,

y conseguir que, juntos, el camino fuera más fácil.



Mía fue la culpa por disfrutar hasta la locura

con el calor de tus besos y tu forma de acariciarme,

por gustarme el sabor de tus labios y el olor de tu piel.



Mía fue la culpa por sentirme feliz a tu lado,

por sentirme protegida entre tus brazos,

porque me desarmaran tus caricias

y por mi ingenuidad dejándome seducir por todo ello.



Mía fue la culpa por querer mimarte y hacerte feliz,

por atreverme a hacerte el amor intensamente,

sin restricciones ni barreras,

por intentar conseguir que llegaras conmigo

a ese lugar recóndito y maravilloso,

donde dos seres se entregan el uno al otro y

en el cual el placer se funde con el amor.



Mía fue la culpa por creer, necia de mi,

que lo habíamos conseguido,

que mi caricias te gustaban,

por creer que lo que yo sentí,

tu lo habías compartido.



Me engañé hasta el desengaño,

ya que en efecto, la culpa fue sólo mía,

pues ni sé lo que ha pasado,

ni el porqué de tu silencio,

ni en qué momento de nuestro encuentro,

se perdieron para ti

la ilusión, el encanto y la magia.



Efectivamente, amor mío,

la culpa fue sólo mía por ilusionarme,

por enamorarme de ti y por amarte,

por pensar que compartíamos algo hermoso,

por echarte de menos y desear tu caricias,

por ansiar sentirte a mi lado,

cuando tu silencio me ha demostrado,

que ya nada quieres conmigo.


TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS